Como decía mi abuela, “nadie se hace rico de trabajar”. Así que no nos queda otra que encomendarnos a los juegos de azar. Y es que todos conocemos a algún vecino o amigo que le ha tocado un sorteo y le ha arreglado la vida. ¿Verdad? Siempre pensamos que esto les pasa a otros, pero a nosotros, nunca.
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