Si nos ponemos a comparar cómo son las ciudades de ahora con respecto a las del pasado, no tardaremos demasiado tiempo en darnos cuenta de cómo han cambiado con el paso de los años. No en vano, existen lugares que parecen completamente diferentes y que se han modernizado con la llegada del siglo XXI. La mejora en los asfaltados, la canalización del tráfico o la construcción de zonas verdes han sido claves en ello. No obstante, uno de los principales motores del cambio también han sido los edificios. Y no solo porque se haya acometido una restauración por parte de sus propietarios o de la mismísima Administración Pública, sino porque, simplemente, se ha comenzado a dotar de color a las casas o a los bloques de pisos, abandonando en cierta medida un color blanco que ya resulta demasiado tradicional.