Hoy en día hay muy pocas cosas que se nos hagan imposibles. Hace algunos años (no tantos) si alguien imaginaba con volar estaba loco y ahora cogemos un avión en menos que canta un Gallo. Julio Verne soñó con viajar bajo el agua en “Mil leguas de viaje submarino” y profetizó la posibilidad de navegar a unos cientos de metros de distancia de la superficie pero hoy es un hecho. Ha llegado un punto en el que creo que cualquier cosa que el ser humano pueda imaginar llegará a ser, algún día, realizable.
Podríamos decir, por tanto, que somos imparables. En lo bueno y en lo malo también, por desgracia, pero debe ser algo que lleva intrínseco la naturaleza humana, con una salvedad: quien sufre una discapacidad está destinado a dejar de cumplir sus sueños.
Esta última afirmación sería prácticamente cierta sino fuera porque cada día hay millones de personas que nos demuestran lo contrario. Personas que, con su esfuerzo, han llegado a lo más alto tanto en la vida profesional como en los deportes a pesar de sus discapacidades, algo de lo que puede hablar por propia experiencia José Antonio Bellido, un joven que tras superar un accidente se ha posicionado en el top ten mundial de la paraescalada.
Personas como José Antonio Bellido nos demuestran día a día que superarse es cosa de todos y que a pesar de los problemas con los que nos podemos topar se puede seguir adelante e incluso alcanzar tus sueños.
Otro héroe sevillano
Como Bellido, hay alguien más que surca los cielos españoles atado a una cuerda y de quien casi nadie ha oído hablar. Se trata de Juan Torido, un sevillano que a pesar de su cojera lleva 13 años empleado en una empresa de trabajos de altura. El trabajo en altura o trabajo vertical es, básicamente, aquel trabajo que se realiza con cuerdas, cables y otros dispositivos por medio de los cuales una persona puede estar suspendida en el aire para realizar ciertas tareas como la rehabilitación de fachadas de edificios por ejemplo.
Juan Torido ha llegado a estar a más de 50 metros de altura arreglando una antena, un trabajo con muchísimo riesgo que su discapacidad no le ha impedido continuar realizando. “Me siento más ligero ahí arriba que caminando, por eso adoro este trabajo”, afirma el hombre de 47 años que no cambiaría su trabajo por ningún otro a pesar de haber recibido numerosas ofertas.
De lo que sí son conscientes totalmente estos dos valientes es de que la seguridad es algo que no hay tomarse a la ligera. “En mi profesión sabemos que un paso en falso puede costarnos la vida y por eso no jugamos con nuestra seguridad y de ningún compañero”, nos dice Juan con total profesionalidad. De hecho, Juan Torido nunca sube a ningún sitio sin estas líneas de vida verticales en Sevilla, ciudad donde ejerce su profesión, “no estoy dispuesto a jugarme la vida por nada ni por nadie”, asegura Torido antes de añadir que “lo más importante es llegar sano y salvo a casa con la familia cuando acaba la jornada”.