Hace unos meses, cuando estaba comenzando el rodaje de una de las temporadas de la serie Juego de tronos, producida y emitida en Estados Unidos por la cadena HBO (en España se puede ver en Canal Plus), se hizo viral la fotografía de Peter Dinklage, que en la serie da vida al carismático Tyrion Lannister, vistiendo una camiseta de la casa Lannister. El ejemplo sirve como pie para ilustrar la proliferación, en los últimos tiempos, de la venta de camisetas de series, películas y todo tipo de producciones. Hace años era una especie de sello de frikismo (entiéndase la palabra sin connotaciones despectivas), una suerte de sello de identidad que asociaba al portador con el grupo de personas fanáticas de las producciones que llegaban de otros países o también a los muy cinéfilos, que solían lucir camisetas de filmes dirigidos por Alfred Hitchcock, Quentin Tarantino o de las películas más populares de Martin Scorsese.
Sin embargo, hoy en día, lejos esa etapa en la que las series y las producciones fuera de circuitos comerciales eran cosa de unos pocos, y generalmente expertos, las series de televisión han tomado los primeros puestos en el ranking de aficiones de la gente. Pocas personas quedan ya que no se hayan enganchado a una serie y la disfruten casi como si acudiesen a misa semanal de domingo. Aunque también existe la otra vertiente: la de los maratonianos, esos que esperan a que la serie, o al menos la temporada, concluya para ver todo de un tirón y no tener que sufrir las interminables esperas que suponen los siete días entre capítulo y capítulo. No obstante, si algo pone en el mismo plano a estos dos grupos es, sin duda, la tendencia a disfrutar del merchandising casi como si una parte más de la serie se tratase.
Hoy en día es fácil encontrarse con un amante de Breaking Bad que vista una camiseta en la que se recuerde alguno de los episodios de su héroe Walter White. O a un fan de Juego de tronos, que, como el actor Peter Dinklage, se adscriba a su familia favorita de la serie a través de la impresión en su camiseta. Existen incluso algunos diseños que son vestidos hasta por personas que no han llegado a ver las series. Hace no mucho un amigo que vestía una camiseta con la enseña de los moteros de Sons of Anarchy me aseguraba que no la había visto, aunque sabía qué era y cuál era su argumento central, pero que le encantaba el diseño y que por eso la vestía. Eso sí, me aseguraba que algún día la vería para saber del todo lo que representaba ese logo. La tendencia invertida, personas que llegan a las series a través de las camisetas y no al revés.
El cine es otro de los reductos que mayor cariño demuestra al merchandising. Por lo general, el cinéfilo suele expresar sus filiaciones a través, en muchos casos, de los diseños que incorpora a su vestuario. De esta forma, existen los que lucen el rostro de Alfred Hitchcock fumando un puro en el que se posa un cuervo, los que optan por la expresión ensangrentada de Uma Thurman en la saga Kill Bill o los que, por el contrario, se decantan por el adorable, aunque todavía no demasiado conocido, monstruo mágico Totoro, creado por Hayao Miyazaki para su film Mi vecino Totoro.
Esta tendencia al alza de las camisetas personalizadas ha supuesto un consiguiente aumento de los establecimientos destinados a la venta de las mismas, a su fabricación e incluso de los diseñadores que incorporan a su catálogo los dibujos relacionados con estas temáticas. Friking, Pampling o Fanisetas son algunos ejemplos de estos nuevos negocios dedicados a la impresión y venta de camisetas con motivos cinéfilos, seriéfilos o con héroes de videojuegos. El espectro es amplio, tanto como el público y la demanda, cada vez más heterogénea en cuanto a las temáticas y los modelos solicitados. Si antes solían ser más bien personajes del cine, ahora podemos encontrarnos desde Super Mario Bros hasta el monstruo de las galletas, pasando por Vito Corleone o por los aclamados e inagotables minions. En la variedad está el gusto.