Acabar con las humedades es uno de los problemas que más nos preocupa cuando aparecen en nuestra casa. Por suerte, la experiencia del hombre en tratar estas eventualidades y el desarrollo de la tecnología aplicada han hecho que dispongamos de sistemas para tratar estos problemas de una forma efectiva y duradera.
Cuando la humedad ataca nuestra casa, de poco nos sirven los remedios caseros. De los cuales, por cierto, tenemos un amplio repertorio al que recurrir.
La primera reacción, cuando apreciamos humedades en el techo o en las paredes, es raspar la zona afectada y aplicar una capa de pintura anti-humedad. De esta manera hemos conseguido camuflar el cerco que la humedad dejó, pero no es de sorprender que aparezca otra mancha pasados unos meses en otra parte de la habitación.
Otro de los trucos del que hablan los abuelos es pulverizar vinagre blanco sobre la mancha de humedad y frotar con una esponja. Espolvorear bicarbonato sobre la mancha es otra de las soluciones recurrentes. El bicarbonato secará la humedad y la convertirá en una costra de polvo que podemos retirar al día siguiente. Sin embargo, igual que nos sucede con el vinagre blanco, la mancha de humedad puede volver a aparecer.
Materiales secantes como el serrín, el arroz o la sal gorda pueden eliminar la humedad provisionalmente en un momento dado.
Sin embargo, como nos dicen los arquitectos técnicos de Plan It, una empresa con una larga experiencia en el tratamiento de humedades en casas y edificios, en Alicante y Murcia, la clave en estos casos es identificar el tipo de humedad que afecta a la casa y abordar su origen.
Para tratar las humedades en las viviendas de una manera eficaz, lo más importante es tratar las causas y no tanto poner parches.
Por eso, en este artículo, nos vamos a centrar en los tipos de humedades que existen y desde ahí ver las soluciones.
Humedad por condensación.
Las humedades por condensación son uno de los problemas más frecuentes en las viviendas. Al contrario de lo que muchas personas piensan, no están relacionadas con la calidad de los materiales de construcción. Su origen está directamente vinculado a la ventilación y a los contrastes de temperatura entre el interior y el exterior de los hogares.
El fenómeno es sencillo de entender. Cuando la temperatura exterior es baja y en el interior mantenemos la calefacción encendida, el aire caliente de la casa contiene vapor de agua en suspensión. Al entrar en contacto con superficies frías, como los cristales de las ventanas, ese vapor se transforma en pequeñas gotas de agua que empañan el vidrio. Lo mismo ocurre cuando nos duchamos con agua caliente: el espejo y los azulejos del baño se cubren de vaho.
Este mismo proceso sucede en techos y paredes, aunque sea menos visible. Con el tiempo, la acumulación de humedad puede deteriorar la pintura, generar manchas oscuras o incluso favorecer la aparición de moho. Por eso, los baños suelen estar recubiertos de azulejos, ya que ofrecen una barrera protectora frente a la condensación.
La buena noticia es que la mayoría de estas humedades pueden evitarse con hábitos sencillos y con la ayuda de la tecnología. Una ventilación diaria, aunque sea de apenas diez minutos, permite renovar el aire y reducir la concentración de vapor. Incluso en invierno es importante abrir las ventanas, ya que el aire frío del exterior contiene menos humedad que el aire caliente del interior.
No obstante, cuando hablamos de habitaciones interiores o viviendas que permanecen cerradas mucho tiempo, la ventilación natural no siempre es suficiente. En estos casos, entran en juego soluciones más avanzadas. Los sistemas de ventilación motorizados son una de las técnicas más eficaces actualmente. Estos dispositivos renuevan el aire de forma automática, expulsando el aire cargado de humedad y sustituyéndolo por aire limpio y seco del exterior. Algunos modelos incorporan filtros que mejoran la calidad del aire, eliminando partículas contaminantes y alérgenos.
Con estos sistemas, se consigue un ambiente saludable, se evita la proliferación de moho y se alarga la vida útil de la vivienda.
Humedades por filtración.
Las humedades por filtración son uno de los problemas más serios a los que se enfrentan las viviendas. Este fenómeno ocurre cuando el agua del exterior, o procedente de alguna instalación interna, como una tubería, consigue penetrar en el interior de la casa a través de materiales porosos o estructuras defectuosas. A menudo, estas filtraciones no se detectan de inmediato: el agua puede estar actuando durante semanas o meses antes de que aparezcan las primeras señales visibles.
Uno de los principales retos de este tipo de humedad es identificar su origen. No siempre existe una relación directa entre el punto de entrada del agua y la zona donde aparecen las manchas o desperfectos. Es habitual, por ejemplo, que una gotera en el tejado termine manifestándose en el techo de una habitación varios pisos más abajo.
Prácticamente, cualquier zona de la vivienda puede verse afectada: paredes, techos, fachadas, juntas de bañeras o incluso suelos. Los síntomas más comunes son el desprendimiento de pintura, la aparición de manchas oscuras o el deterioro de revestimientos. Si no se interviene a tiempo, la filtración puede comprometer la estructura del edificio, debilitando muros de carga y cimientos.
Además de los problemas de impermeabilización en cubiertas o fachadas, un factor frecuente son las averías en las tuberías. Una fuga, aunque sea pequeña, en una conducción de agua o en un bajante, puede acumularse lentamente dentro de la pared hasta originar humedades importantes. En el caso de roturas más graves, los efectos son inmediatos y visibles en las superficies colindantes. Sin embargo, las fisuras diminutas se comportan de manera similar a una gotera: el agua se va filtrando poco a poco, debilitando los materiales.
En instalaciones antiguas, especialmente las realizadas con tuberías de plomo, era habitual que con el tiempo se generaran fisuras en las cañerías. Hoy en día, aunque se emplean materiales más resistentes como el PVC, basta con que una junta esté mal sellada para que aparezca una fuga.
Frente a estas situaciones, además de las reparaciones convencionales y de la mejora de las impermeabilizaciones, la tecnología ofrece soluciones innovadoras. Un ejemplo de ello son los sistemas de resinas hidrófugas inyectadas a presión, que sellan desde el interior las fisuras de paredes o muros, impidiendo el paso del agua. También destacan los revestimientos nano-tecnológicos, que generan una capa invisible y transpirable capaz de repeler el agua sin afectar a la estética del acabado. Estas técnicas permiten controlar las humedades de forma duradera y eficiente, evitando futuras reparaciones.
Humedades por capilaridad.
El Diario de Cantabria señala que la humedad por capilaridad es un fenómeno que afecta a miles de hogares en España, especialmente a aquellos situados sobre terrenos con un nivel de humedad elevado. Este tipo de humedad se conoce como ascendente, ya que no proviene de filtraciones laterales o de condensaciones internas, sino que nace en el subsuelo y asciende lentamente por las paredes de la vivienda. Es un fenómeno frecuente en viviendas rurales del norte de España.
El proceso se produce debido a la naturaleza porosa de los materiales de construcción como ladrillos, mortero u hormigón. Estos actúan como una especie de esponja que absorbe el agua del terreno, permitiendo que esta suba desde los cimientos hacia los muros superiores del edificio. La situación se agrava en construcciones levantadas sin una adecuada capa de aislamiento en los cimientos, o en aquellas situadas en zonas con corrientes subterráneas o suelos constantemente húmedos.
La humedad por capilaridad no suele hacerse evidente de manera inmediata. Al ser un proceso lento, los daños aparecen progresivamente, primero en zonas bajas como sótanos o garajes, donde empiezan a notarse manchas oscuras, desconchados en la pintura e incluso costras de salitre. Con el tiempo, esas señales se extienden hacia las plantas superiores, debilitando materiales y comprometiendo tanto la estética como la solidez del edificio.
Uno de los mayores riesgos es que afecta de forma profunda a la estructura, deteriorando ladrillos y morteros y reduciendo su resistencia. Además, esta humedad crea un ambiente insalubre dentro de la vivienda, favoreciendo la proliferación de moho y de hongos, lo que puede derivar en problemas respiratorios para quienes habitan el inmueble.
Para abordar este tipo de humedad es fundamental contar con el diagnóstico de un arquitecto o de un especialista en rehabilitación de edificios, ya que no se trata solo de un problema superficial. Tradicionalmente, la solución pasaba por aplicar tratamientos químicos que impermeabilizaran los muros.
En la actualidad, han surgido sistemas más innovadores. Uno de los más destacados es la electro-ósmosis inalámbrica, un método que utiliza impulsos eléctricos de baja frecuencia para invertir el flujo del agua y evitar que ascienda por los materiales. Este tipo de tecnología, además de ser menos invasiva que las obras tradicionales, ofrece resultados duraderos y contribuye a mantener los muros secos, frenando así el deterioro progresivo de la edificación.
Como vemos, estudiando el tipo y las causas de las humedades, el sector ha desarrollado técnicas efectivas para solucionarlas.

