Cuando se trata de atención médica, existen muchos factores que si bien no garantizan el éxito, ayudan a que todo sea más sencillo. Para nadie es un secreto que todos le tenemos un poco de miedo a los doctores por línea general, probablemente por el temor de que algo no esté bien con nuestra salud, o simplemente porque el instrumental nos intimide un poco.
Una de las especialidades de la medicina que más genera preocupación, es la odontología. En este caso, muchos de los miedos van de la mano con lo intimidante que es estar vulnerable, pues ante un odontólogo estamos rodeados de una instrumental que visualmente genera mucho temor, además de la evidente intromisión que este debe hacer en nuestra cavidad bucal.
Es por ello, que tener confianza con el odontólogo y sentirnos cómodos con él, es fundamental no solamente para superar el temor que pueda producir la atención odontológica, sino también para la salud bucal desde la prevención, pues el temor es mucho mayor cuando se trata de una emergencia.
La confianza, debe ser trabajada tanto por el profesional como por el paciente, ambos deben poner de su parte para conseguirla, pues ambos se benefician de una relación en la que la confianza es mutua, pues eso garantizará que los procedimientos que sean necesarios realizar, sean lo más exitosos posibles.
Para profundizar en el tema, hemos conversado con los especialistas de la Clínica Dental Suárez, quienes más de 14 años de experiencia, nos cuentan cómo han logrado ganarse la confianza de sus pacientes y de esa manera, lograr los mejores resultados.
Confianza entre el paciente y el odontólogo
Establecer una buena relación entre médico y paciente garantiza el éxito de cualquier intervención quirúrgica. Generar confianza y tranquilidad pasa por el trato cordial que debe brindar el profesional, además de ofrecer la información requerida, a los fines de crear la necesaria sensación de seguridad y satisfacción del paciente.
La comunicación odontólogo/paciente se debe establecer y mantener de manera continua durante todas las visitas y en todas las fases del tratamiento, por lo que es un trabajo constante. De este modo, se puede llegar a una plena satisfacción por ambas partes, pues garantiza que el trabajo sea exitoso. Esta relación se inicia desde la primera visita, que es el primer contacto, la primera vez que se encuentran, se observan y dialogan, es el momento decisivo y desde ese primer momento se va a definir el futuro de esta relación.
La relación entre el paciente y el odontólogo, hay que cuidarla animando a colaborar al paciente día a día, así como manteniéndolo siempre motivado cita a cita y de cara a que sus cuidados posteriores y a que su salud oral se conserven siempre en buen estado, desde la simpatía, el buen trato y la empatía.
Para un dentista, el hecho de saber que un paciente confía en él le permite realizar los diagnósticos y tratamientos de una manera más sosegada, sin estrés ni condiciones, y por lo tanto, de mejor calidad. Más todavía, la relación dentista/paciente se basa en la confianza y ésta, a su vez, en la ética. Cuando se habla de confianza, nos referimos a una confianza basada en la información, el profesional tiene que darle al paciente la información real sobre su estado bucal y cómo solucionar su problema de una forma en que este lo entienda. El paciente tiene que confiar en el dentista tomando una decisión informada, aconsejado por el profesional.
El Paciente
El éxito de un tratamiento odontológico depende en partes iguales del paciente y del dentista, la primera toma de contacto entre ambos, es esa entrevista inicial en la que el profesional podrá identificar el tipo de paciente que tiene y de esta manera, elegir la mejor estrategia para poder tratarlo efectivamente. Esa entrevista cumple con las siguientes funciones: recogida de información, evaluación y diagnóstico, funciones motivadoras y terapéuticas.
Al llevar la entrevista a cabo, el dentista podrá identificar qué tipo de paciente es, por lo que sabrá cómo enfrentarse a él, según estos tipos:
- Paciente pasivo: Este caso se da cuando el dentista asume toda la responsabilidad y el mando y es el paciente el que de una forma pasiva obedece en todas las fases del tratamiento, es decir, se deja llevar sin resistencia y sin involucrarse demasiado.
- Paciente cooperativo: Este particular es cuando el paciente, informado de su estado y de su plan de tratamiento por parte del dentista, está dispuesto a colaborar y a seguir cada fase del tratamiento, con intención y motivación.
- Paciente y dentista trabajando en conjunto: Es cuando por ambas partes se establece una buena relación y se comparten responsabilidades para el mantenimiento de la salud oral, trabajando con motivación conjunta y en sintonía, buscando el mayor éxito.
El Odontólogo
El profesional es el responsable de conseguir que el paciente se sienta cómodo tanto en el espacio, como con él como persona. Esta relación se trabajará de la misma forma en que se trabaja una relación de amistad, la confianza se gana poco a poco, pero es el odontólogo, el que debe conseguir que desde la primera toma de contacto, el paciente esté tranquilo y se sienta lo menos intimidado posible.
La confianza se logrará siguiendo algunas pautas, que harán que el paciente esté cómodo y que permita que la atención sea la mejor posible:
- Conocer al paciente: Es importante intentar averiguar todo lo que puedas sobre tus pacientes, evidentemente, dentro de los límites de su privacidad. Preguntar sobre su trabajo, aficiones, u otros intereses que puedan ayudarle a sentirse cómodo y a disipar la ansiedad general de la visita.
- Utilizar su nombre: Al usar su nombre y no formas genéricas a la forma de dirigirse al paciente, este se siente más cómodo, pues la relación se nota más personal
- Escucha activa: En cualquier relación la escucha activa es fundamental pero sobre todo al hablar al paciente de sus opciones de tratamiento. Establecer contacto visual y responder a sus comentarios cuando corresponda, demostrando así que se toman en cuenta sus observaciones y preocupaciones.
- Comunicarse de forma que se entienda: No todas las personas tienen el mismo nivel de instrucción y no todos podrán entender un procedimiento, si se le habla con la terminología propia de la profesión, por ello, es importante comunicar la información de forma que puedan entenderla.
- Transparencia: Esta es la base de una comunicación que se base en la confianza. Se debe ser transparente con los tratamientos a sugerir, las razones por las que lo necesita, así como también a la hora de explicarle el proceso, y el costo que tendrá, tanto si lo cancelará por cuotas, como si lo cancelará de contado.
- Mantener la palabra: Para construir credibilidad y confianza es esencial cumplir lo que has prometido. Eso significa que se deben respetar los acuerdos a los que se llegaron, es decir, si se prometió enviar una guía de cuidado bucal al correo electrónico, debe enviarse dentro de los plazos. Esto le demostrará al paciente que no solamente se cumple con las promesas, sino que hay verdadero interés de parte del profesional.
- Seguimiento: El paciente se sentirá cómodo y tranquilo, cuando ve que es algo más que el número de la historia clínica, por lo que el seguimiento telefónico -ya sea directamente del profesional o de cualquier personal de la clínica-, hará que el paciente se sienta importante.
Educación por parte del profesional
La salud bucal depende casi en su totalidad del paciente, pues se lleva a cabo en casa, día a día, en general el paciente sigue las recomendaciones dadas por el profesional y las cumple a distancia. Al cumplirlas, garantiza su higiene bucal, pero requiere de un trabajo constante y de la integración de todas estas rutinas en su vida diaria.
La higiene y por ende, la salud bucal, va más allá del cepillado correcto, uso de hilo dental y enjuague bucal, sino que también implica la alimentación, los hábitos de sueño, el ejercicio, etc y es el profesional de la odontología el encargado de explicarle todo lo referente a la salud bucal preventiva. De forma que el paciente pueda internalizar, comprender y aplicar todas esas recomendaciones. Por ello la función de un odontólogo no es solamente tratar o corregir los daños, sino trabajar en prevenirlos.
Conseguir que el paciente se sienta atraído y motivado para acudir a la consulta dental y seguir un plan de tratamiento o de mantenimiento establecido, no es tarea fácil. A menudo, el paciente no es consciente de la importancia de mantener una buena salud bucodental, ni de las repercusiones que un deterioro de su salud oral puede tener sobre su salud general, por lo que le cuesta fidelizarse con su odontólogo.
Para que el paciente pueda mantenerse con un mismo odontólogo, debe forjarse entre ellos una relación de confianza y comodidad, que permitirá cumplir con tratamientos, visitas de control o emergencias, de una forma menos intimidante para el paciente y que le permita al profesional, trabajar con menos presión y más tranquilidad, garantizando así un mejor resultado y una salud bucal óptima.