Una de las especialidades del mundo de la odontología que más ha evolucionado en los últimos años es la implantología o la cirugía por la cual se colocan implantes dentales en la boca de un paciente con el fin de sustituir o reemplazar la o las raíces de los dientes dañados o que, por diversas circunstancias, ya no existen por unos pernos metálicos que parecen tornillos a los cuales se atornillan o fijan las coronas que desempeñan la función del diente.
Un paso importantísimo en la consecución de una buena evolución del implante dental es la correcta integración de la base del mismo, o sea del perno metálico con el hueso vivo del paciente, lo que se conoce como la osteointegración. El desarrollo de esta técnica revolucionó completamente la práctica clínica de la odontología y de otras especialidades médicas, allá por la década de los años 80, consiguiendo que los pacientes tratados con implantes dentales disfruten de unas excelentes mejoras en relación con los pacientes tratados mediante prótesis dentales fijas o removibles. Entre las mejoras que se consiguen podemos citar las siguientes:
- Mejor función de la acción de masticar, a la vez que se ejerce una mayor fuerza en la masticación.
- Mayor seguridad y comodidad en la actividad diaria, como por ejemplo la deportiva.
- Mantenimiento y menor retroceso del hueso de la cavidad bucal.
- Mejora de la capacidad de habla y fonética.
- Mantenimiento de las dimensiones verticales y consecuencia de una buena oclusión dental.
- Mejora de la imagen estética y por tanto una gran satisfacción y plenitud psicológica.
- Un alto porcentaje de satisfacción, no solo a nivel clínico por el bajísimo porcentaje de implantes fallidos, sino a nivel personal por las mejores tanto estéticas como morfológicas.
Para conseguir una excelente osteointegración no todos los materiales son aceptables, existen materiales como por ejemplo el acero inoxidable que es altamente aceptado para otro tipo de implantes como la colocación de prótesis de cadera o rodilla, pero no son viables para implantes dentales por su gran rigidez y su conductividad térmica. Tras pasar en los inicios de los implantes dentales por la utilización de otros materiales, actualmente tras investigaciones es el titanio el metal que mejores resultados ofrece a la implantología oral por sus múltiples cualidades, como pueden ser:
- Una baja conductividad térmica, esencial a la hora de no transmitir el calor de los alimentos o bebidas al ingerirlos tanto de una manera fría como caliente.
- Una gran resistencia a la corrosión.
- Una gran resistencia mecánica, lo que lo hace esencial para el masticado.
- No presenta efectos tóxicos sobre el cuerpo humano.
- Presenta una gran capacidad de osteointegración, ya que el hueso es capaz de crecer en contacto directo con el implante integrándolo.
Si bien, aunque en esta cirugía la gran mayoría de los resultados son ventajosos, debemos tener claro que existen una serie de serie de riesgos, que debemos comentar y evaluar con un especialista que esté centrada en la materia. Por ello, nosotros os recomendamos a la doctora Mónica González Cachero de la clínica dental Dra. Cachero, de Avilés (Asturias), especialista en odontología, implantología, periodoncia y prostodoncia. Y es que uno de los aspectos sumamente importantes a la hora tomar la decisión de someterse a un implante dental es el estado del hueso de la mandíbula, pues puede suceder que no sea lo suficientemente grueso, que esté demasiado blando o que se haya producido un retroceso y reabsorción del mismo, por lo que antes de comenzar con el proceso del mencionado implante dental el especialista le puede indicar que necesita tener un hueso adecuado tanto en ancho como en alto para lograr la consolidación del implante, por lo que tendrá que previamente someterse a un injerto óseo con el fin de regenerar y crear una base más sólida para su colocación en condiciones óptimas y así conseguir un mejor resultado estético y funcional para el paciente.
¿Qué es el injerto óseo?
Esta es una de las preguntas que más veces nos hemos formulado y es que realmente no estamos acostumbrados a que nos injerten parte de un hueso. Es por ello, por lo que a continuación os trataremos de explicar en que consiste. El injerto óseo trata de restablecer la dimensión del hueso perdido, tanto en volumen como en cantidad y para ello se utilizan diferentes materiales y métodos, por lo que se pueden distinguir cuatro categorías diferentes: Hueso autógeno, aloinjerto, xenoinjerto y aploplásticos. En definitiva, se trata de añadir un trozo de hueso a un espacio que se encuentra deteriorado para que este cobre nuevamente vida.