Llevaba tiempo hablando con mi mujer de hacer una escapadita a Sevilla. Ella nunca había esto y estaba seguro de que le iba a encantar. Sin lugar a dudas es de las ciudades más bonitas de nuestra geografía y merece la pena visitarla.
Además del montón de sitios que queríamos ver, tuvimos que mirar el hotel. Después de dar infinidad de vueltas buscando hoteles, nos decidimos por el Hotel Mercer Sevilla. Siempre nos han gustado los sitios con encanto y sin lugar a dudas este lo tenía.
En esta cadena, ya habíamos estado en el de Barcelona, apuestan por conservar y poner en relieve el patrimonio y cultura de los edificios en los que se encuentran sus hoteles. La combinación entre lo antiguo y lo nuevo es una de las señas de identidad.
El edificio es la Casa palacio Castelar, que se encargó a la prestigiosa firma Cruz y Ortiz Arquitectos. Si a esto le sumas que los interioristas de Mercer se han dedicado a seleccionar todos los detalles, tenemos un hotel de 5 estrellas, donde el mejor confort de mezcla con el arte andaluz.
La verdad es que estar en un hotel de lujo en el centro de Sevilla es una gozada, ya que parece como si estuvieses en otra época. No tuvimos problema con la habitación, además de degistar tanto el restaurante gastronómico Maria Luisa como el Fizz Cocktail Bar. Nos habían hablado bastante bien de ellos, así que no era cuestión de dejar pasar la cuestión.
Si te gustan las vistas, tienes en la azotea del hotel, una encantadora terraza que tiene piscina y un servicio de Pool bar, donde tomamos el sol y nos relajamos tomándonos unos rusos blancos que nos sentaron de vicio.
Merece la pena darse este tipo de caprichitos al menos una vez al año. Termina uno sintiéndose renovado. Como fuimos en el buen tiempo, aprovechamos para ver dos partidos en el mismo fin de semana, uno en el Ramón Sánchez Pizjuan y otro en el Benito Villamarín. Si a eso le sumas una corrida de toros en La Maestranza, os podéis imaginar el estupendo fin de semana.
En cuanto a las visitas turísticas, destacamos sobre todo la Giralda y la Catedral, las cuales merecen mucho la pena y la Plaza de España de Sevilla, que sin lugar a dudas es espectacular. Si venís a Sevilla, os animo a dar paseos por el barrio de Triana, que tiene una magia especial y por el Guadalquivir.
Lo dicho, unos días espectaculares, que descubrieron el encanto de la ciudad a mi mujer y que me recordaron lo bonita que era Sevilla. No volvía a la ciudad desde aquel mítico año 1992 y la verdad es que la ciudad, si ya en aquel entonces lucía guapa, ahora lo es aún más.
Así que ya sabéis si buscáis una experiencia diferente, llena de lujo, lo mejor es optar por un buen hotel, que esté céntrico para no perder tiempo en traslado y si encima tiene categoría, pues ¿qué más podemos pedir?